Fue un momento difícil el verano de 2013, cuando Al Jefferson y Paul Millsap, los dos mejores jugadores de la Ciudad del Lago Salado, se fueron como agentes libres sin que los Jazz recibiesen nada a cambio. Hubo muchas voces críticas tanto de aficionados como de periodistas de la NBA, voces que reclamaban una reacción de la franquicia ante la impasividad con la que veía esfumarse a su talentoso juego interior.
Lo cierto es que la franquicia apostó por un lavado de cara total. Se apostó por las nuevas piezas que habían llegado - bien consecuencia del draft o por traspaso directo - con otra salida dolorosa para la ciudad de Salt Lake City, la de Deron Williams. Gordon Hayward, Derrick Favors, un joven Alec Burks y el ahora enemigo público número uno en Utah, Enes Kanter, serían los encargados de reflotar la franquicia.
D. Favors, Q. Snyder y G. Hayward |
Mucha fue la responsabilidad puesta sobre jugadores que no habían llevado el peso del equipo y habían sido, con eficacia eso sí, jugadores de rotación. Siguieron así dos temporadas de derrotas y de paciencia, donde los partidos perdidos han sido un sacrificio necesario para el desarrollo y el aprendizaje del juego NBA del joven núcleo de los Jazz, al que se han unido Trey Burke, Dante Exum, Rodney Hood y un nombre muy importante: Rudy Gobert, the Stifle Tower. Por el camino ha quedado Tyrone Corbin, entrenador de la casa que no supo dirigir y desarrollar a un grupo de jóvenes jugadores.
Es importante este momento. Cuando Quin Snyder, asistente de Mike Buldenhozer en Atlanta, es nombrado headcoach de la franquicia de Utah tras el despido de Corbin el pasado verano. Es importante porque con esto se decide darle empuje a un modelo que tuvo su cénit en las Finales de 2014: el de San Antonio. Esa cultura del desarrollo y trabajo con los jugadores de la casa, en vez de la chequera y del traspaso, también ha estado presente en Salt Lake City: no hay que olvidar que Stockton y Malone fueron drafteados y tuvieron longevas carreras en la franquicia mormona. Pero quien perfeccionó esa cultura fueron los Spurs con su exitoso comienzo de siglo y final del anterior. Por ello, la elección de Quin no fue casual. De 2007-10, fue entrenador de los Austin Toros de la D-League, equipo afiliado a los Spurs, y donde comenzaría su relación con el entonces asistente del General Manager de San Antonio: Dennis Lindsey, actual GM de los Jazz.
La temporada pasada se pudo ver por fin brotes verdes en el largo y doloroso camino de la reconstrucción. Derrick Favors y Gordon Hayward se hicieron con el timón del equipo bajo la batuta de Quin y ambos promediaron máximos de carrera en puntos. Snyder tardó cincuenta y tres partidos, pero pudo darle por fin al equipo algo de lo que carecía desde hace unos años: una identidad. Ésta no fue otra que una identidad defensiva. El récord de los Jazz tras el parón del All-Star fue de 19-10, dejando por el camino a rivales de calado como Portland, Chicago, los propios Spurs o los Memphis Grizzlies. Gran culpa de este resurgir defensivo lo tuvo la eclosión del pick nº27 del draft de 2013, Rudy Gobert. Con el traspaso de Kanter, Rudy se hizo amo y defensor de la pintura. Acabó siendo tercer máximo taponador de la liga con 2,3 blocks por encuentro, dato importante teniendo en cuenta que salió más de mitad de la temporada desde el banquillo.
Nombres interesantes para el futuro de la franquicia son los de Rodney Hood o Dante Exum. Este último es un diamante en bruto que merece una explicación más detallada. El base australiano, número cinco del draft de 2014, no realizó una temporada para enmarcar. Pero los Jazz tenían claro desde un primer momento que no sería un jugador de impacto inmediato. Sin ninguna experiencia a nivel profesional y con dieciocho años se presentó Exum a su primer encuentro en la NBA. El gran potencial que hay en este crío es lo que ha hecho que Quin Snyder se haya negado a escuchar cualquier sondeo de traspaso por él, en palabras de Dennis Lindsey. Y es que Exum tiene cosas que no se pueden enseñar: sus 2 metros, su rápido primer paso tras bote, su IQ baloncestístico y su visión del juego, y algo que sorprendió a todos, su defensa: tiene un desplazamiento lateral y una envergadura que realmente incomoda a los guards de la liga.
Nombres interesantes para el futuro de la franquicia son los de Rodney Hood o Dante Exum. Este último es un diamante en bruto que merece una explicación más detallada. El base australiano, número cinco del draft de 2014, no realizó una temporada para enmarcar. Pero los Jazz tenían claro desde un primer momento que no sería un jugador de impacto inmediato. Sin ninguna experiencia a nivel profesional y con dieciocho años se presentó Exum a su primer encuentro en la NBA. El gran potencial que hay en este crío es lo que ha hecho que Quin Snyder se haya negado a escuchar cualquier sondeo de traspaso por él, en palabras de Dennis Lindsey. Y es que Exum tiene cosas que no se pueden enseñar: sus 2 metros, su rápido primer paso tras bote, su IQ baloncestístico y su visión del juego, y algo que sorprendió a todos, su defensa: tiene un desplazamiento lateral y una envergadura que realmente incomoda a los guards de la liga.
Rodney Hood es, por el contrario, un tirador. Escolta/alero salido del programa de la universidad de Duke, fue el segundo máximo anotador de ésta tras Jabari Parker en 2014. Tuvo problemas físicos hasta el parón del All-Star, pero fue en ese momento en que se volvió muy importante para la rotación de los Jazz, llegando incluso a ser el Rookie del mes de abril.
Dante Exum y Rodney Hood |
Otro nombre que también merece una mención especial es el de Joe Ingles, un viejo conocido del baloncesto europeo y español. Empezó la campaña como facilitador, donde sorprendió a muchos con sus drives & kicks y drives & dish. Pero con el avanzar de la temporada y con el aprendizaje del esquema de Snyder y del juego americano, sus triples fueron entrando e incluso se le pudo ver tiros tras botar que no veían otra cosa que la red. Esa inteligencia europea para jugar al baloncesto le ha valido una qualifying offer, con lo que es muy probable que siga en los Jazz la temporada 2015-16.
Sería falso negar que no se respira un aire de optimismo en Utah este verano. Exum ha ganado masa muscular, al igual que Gobert. Rodney Hood ha trabajado mucho y Alec Burks regresa con su "slalon anotador", tras perderse casi toda la temporada por una lesión en el hombro. Además, Utah ha añadido a su plantilla vía draft a Trey Lyles, un versátil ala-pívot miembro de la universidad de Kentucky y de su famoso récord de 38-1, y a Olivier Hanlan, base pistolero de Boston College. Son pequeños retoques para un staff técnico y una dirección que no han apostado por tirar de billetes, ni en esta reconstrucción en general, ni esta esta loca agencia libre en particular. Es probable que algún jugardor de menor calado apuntale la plantilla, posiblemente un alero y un pívot, bien por la agencia libre o mediante traspaso. Pero el grueso de la apuesta de los Jazz pasa por el desarrollo interno de sus jugadores. Si es o no una buena opción, todavía está por ver. Pero lo cierto es que, temporada a temporada, el número de victorias va subiendo.
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